Apoyar a las comunidades locales y poner en marcha un negocio de comercio electrónico con éxito
David Richards sólo había hecho un acercamiento a la venta minorista.
Pensaba que era "bastante divertido", pero no se podía imaginar que iniciaría un negocio de éxito.
Eso ocurrió cuando aparcó su carrera en el sector de la comunicación durante un año y decidió viajar a Tailandia.
Tailandia fue todo lo que esperaba, y mucho más: colorido, emocionante y, sobre todo, inspirador. "Conocí a artistas de mucho talento que creaban productos únicos y fantásticos", recuerda.
Cautivado por estos artesanos, no tuvieron que esforzarse mucho para convencerlo de que se llevara un pequeño lote de sus productos para venderlos de vuelta en el Reino Unido.
Tejer una red de creadores
Los productos que David se llevó consigo fueron muy bien recibidos. Muy pronto, se vio tejiendo su red de artistas y artesanos tailandeses, y trabajando para conseguir más productos para venderlos en los mercados de artesanía de todo el Reino Unido.
"Al principio, lo vi como un negocio de estilo de vida. No me interesaban las grandes ventas ni los grandes beneficios. Con cubrir los costes y poder ayudar a los artesanos con los que trabajaba era suficiente para mí".
Así que, durante unos años, dejó que el negocio creciera orgánicamente.
Después, en 2015, los contactos que había hecho en Tailandia lo llevaron hasta una fábrica familiar local que fabricaba cerámica pintada a mano con distintivos estampados de arcoíris.
Era una oportunidad que no podía dejar pasar, la de ofrecer apoyo a la fábrica y distribuir una gama de cerámica de Grado A, así que desarrolló y creó la marca Windhorse.
Desde el primer día, el objetivo de David para la cerámica de Windhorse fue ofrecer soporte a los talentosos artesanos y artistas del precioso país del que se había enamorado.